- El traslador está en el callejón de detrás
del hotel - indicó Stef, que ya caminaba tomando la mano de Sophie, a la vez
que ésta miraba de reojo hacia donde yo estaba. Un balón de fútbol pinchado nos
esperaba en ese callejón, todos lo tocamos y en cinco segundos ya nos estábamos
moviendo a nuestro destino, Londres. Estábamos detrás del Centro de
Exposiciones y Convenciones de Londres, ya que era ahí donde tocaríamos esa
noche. Llevábamos los instrumentos y todo lo que necesitábamos en una mochila,
en la que habíamos usado un hechizo para ampliar su interior. Miré mi reloj, la
llegada de Ryo estaba prevista para media tarde, horas antes del concierto,
para la prueba de sonido. Quedaban aproximadamente treinta minutos.
Entramos en la
sala donde haríamos nuestra actuación y comenzamos a montar sin descansar un
instante hasta que por fin tuvimos el escenario dispuesto para nuestra
actuación, un micrófono en mitad del escenario, el mío, a mi izquierda la
guitarra de Stef, a mi derecha Sergei en el bajo y detrás en el centro en una
plataforma Sam con la batería y en un lado los teclados de Sophie. Todo estaba
preparado, sólo tardamos una hora en montar todo, todo un record teniendo en
cuenta que no pudimos usar magia por la presencia de muggles.
Ryo todavía no
había llegado. Probé mi guitarra para ajustar el sonido y lo mismo con el
micrófono después. Tras esto me fui al camerino para llamarla. “El teléfono al
que llama está apagado o fuera de cobertura”. Era raro, ya debería estar aquí,
pero ni siquiera tenía el teléfono operativo. Tal vez el vuelo llegase con
retraso. Decidí no preocuparme de momento. Me bajé a la zona de la mesa de
mezclas para escuchar desde ahí cómo sonaba todo en conjunto. El grupo tocó una
canción mientras yo escuchaba desde ahí dándole vueltas al móvil en mi mano. No
quería preocuparme, pero aún así debía haber llegado hacía bastante tiempo y
aún no estaba ahí.
Una vez hubimos
terminado la prueba de sonido salimos del lugar donde daríamos el concierto
para hacer tiempo. La mayoría de grupos importantes tenía personas a su cargo
para las pruebas de sonido, pero nosotros preferíamos hacerlo por nosotros
mismos porque una vez hechas las pruebas nosotros sabíamos que no íbamos a
llevarnos ninguna sorpresa a la hora de tocar con fallos de sonido o algo por
el estilo. Volví a sacar el teléfono y pulsé una tecla para que se iluminase,
eran las siete de la tarde y apenas quedaban tres horas para el inicio de
nuestro concierto, antes de nosotros tocaría un grupo alemán que haría de
teloneros. Chasqueé la lengua y volví a meter el teléfono en el bolsillo, noté
como Sophie se acercaba a mí y se ponía a mi lado mientras caminábamos por las
calles de Londres. La miré de reojo y pude observar la preocupación en su
mirada.
- ¿Estás bien, Demian? – se atrevió a
preguntar a la vez que sus mejillas se tornaban a un color ligeramente rosáceo.
Sabía que todavía se acordaba de lo del día anterior, como para olvidarlo…
Seguro que se preguntaría si para mí había significado lo mismo que para ella,
aunque sabía cómo era yo y que cuando me acostaba con alguien no es porque
quisiese ir en serio con esa persona, al menos no habitualmente. Pasé un brazo
por los hombros de la chica y la acerqué a mí, en el grupo éramos todos muy
cercanos por lo que hacer esto no era nada raro y no podría malinterpretarlo
Stef.
- No pasa nada, Soph – dije mostrándole
una vez más mi sonrisa, esa sonrisa por la que la noche anterior había caído en
mi juego. – Es sólo que anoche estuve
con una chica y quería agradecerle el rato agradable que pasamos invitándola al
concierto, pero ahora no puedo contactar con ella. – pude ver como en su
rostro se formaba una mueca de desaprobación. No le gustaba que me acostase con
chicas al azar, pero no estaba seguro si le desagradaba por lo que sentía por
mí o porque se preocupaba por mí. También es posible que lo hiciese por ambas
cosas.
- ¿Estás preocupado por ella? – preguntó
la teclista, a lo que simplemente asentí. Cuando invitaba a un concierto al
siguiente día a una chica, que no es algo que hiciese habitualmente, ésta
siempre acudía a la cita, porque estaba deseando ver por segunda vez al chico
de sus sueños, el hombre con el que había soñado tantas veces. No hacía otra
cosa que darles la satisfacción de seguir con su sueño, por ello no entendía por
qué no podía ponerme en contacto con ella.
Llegamos a un
bar en el que no había mucha gente, bastante cerca del Centro de Convenciones,
pero lo suficientemente lejos para que no hubiese ningún fan pesado que nos
molestase. La charla fue totalmente cordial, hablábamos de cualquier cosa,
aunque no de música. Cuando charlábamos en un bar tomando unas cervezas
preferíamos no hablar de trabajo y centrarnos más en los otros placeres de la
vida. De vez en cuando pasaba por ahí algún fan, nos teníamos que sacar una
foto y hablábamos con ellos, con cuatro palabras se quedaban contentos.
- ¿Qué, Demian? – Empezó a decir Stef en
tono jocoso - ¿La chica de ayer te ha
dejado plantado? – se puso a reír y le miré con algo de rencor. Miré de
nuevo el móvil en el que seguía sin haber ningún tipo de aviso porque alguien
hubiese contactado conmigo.
- Cállate, Stef. Si quisiese no necesitaría a
nadie teniendo a Sophie. – reí yo en esta ocasión y vi en el rostro del chico
como había ganado en esta ocasión la batalla dialéctica, siempre andábamos con
piques así. En ese momento el teléfono comenzó a sonar y me levanté algo
sorprendido. En la pantalla aparecía su nombre, sonreí y me levanté del asiento
yéndome a un lado para no molestar.
- Ryo, ya pensaba que no vendrías, ¿dónde
estás? – pregunté con un tono agradable.
- Demian… Lo siento, llegué a Londres pero me
ha surgido algo en la ciudad, más tarde te llamo, ¿vale? – el tono de su
voz me resultó extraño, sin embargo parecía sincera, por lo que simplemente
suspiré y afirmé que no pasaba nada antes de colgar. Quizás después del
concierto podríamos vernos. Miré la hora, ya eran las ocho de la tarde,
teníamos que ir ya hacia el sitio.
Nos levantamos
del lugar y el silencio se hizo entre nosotros. Siempre que teníamos un
concierto por delante y a pocas horas nos quedábamos en silencio, puesto que
aunque llevásemos varios años en esto los nervios nunca se terminaban. Cuando
esos sentimientos se terminasen antes de un concierto significaría que ya no
sentíamos lo mismo a la hora de tocar y enfrentarnos a miles de personas sobre
el escenario. Ese sería el momento de dejar la música.
Cuando llegamos
al backstage los teloneros ya habían empezado a tocar, quizás había sido eso
demasiado poco decoroso por nuestra parte. Nos quedamos en el backstage, donde
se escuchaba perfectamente la música de nuestros teloneros. Hacían un rock
comercial, algo que no me gustaba mucho, pero al parecer al público sí, porque
se escuchaban muchos gritos. El organizador del evento sabría mejor que yo qué
vendría bien para llenar el sitio y para tener al público preparado para
nosotros.
Poco tiempo
pasaba desde las nueve de la noche cuando el concierto de estos terminó y
llegaron al backstage. Los felicitamos por su gran concierto y nos preparamos.
Cada uno cogió su instrumento mientras los técnicos colocaban bien las cosas en
el escenario, nos acercamos todos en el centro de la salita donde nos
encontrábamos para darnos los últimos ánimos.
- Vamos a pasarlo bien. ¡Tenemos que hacer de
este concierto algo que recuerden toda su vida! – dije a todos mis
compañeros y ellos contestaron con un sonoro y rotundo “¡Sí!”. Las primeras
notas de la introducción instrumental comenzaron a sonar y los nervios cada vez
se hacían más palpables. Me movía de lado a lado del backstage con nerviosismo,
esperando. Poco a poco cada uno de los del grupo iba saliendo. Los primeros
fueron Sophie y Sam, puesto que tenían el instrumento fijo en el escenario. Las
luces se movían por el escenario de una forma estudiada, en ciertos momentos de
la introducción se soltaba algún tipo de espectáculo pirotécnico. La
introducción concluyó, unos golpes en la batería y Stef y Sergei salieron al
escenario con el primer riff de la canción y justo antes de empezar a cantar
era cuando entraba yo y el público se volvía loco. Nuestro metal duro,
metalcore, lo pasábamos bien y liberábamos mucha tensión. ¿Los nervios de antes
del concierto? Se disipaba en cuanto salíamos al escenario.
Dos horas y
media de concierto antes de volver al backstage una vez finalizado. Se veían
sonrisas en todos nuestros rostros, lo que significaba que el concierto había
ido genial. Dejamos los instrumentos en sus sitios y nos abrazamos todos
felicitándonos por lo bien que lo habíamos hecho.
En ese momento volvió a sonar el teléfono.
En la pantalla volvía a poner Ryo.
En ese momento volvió a sonar el teléfono.
En la pantalla volvía a poner Ryo.
- ¡Ryo! ¡Vaya conciertazo que te has perdido!
– exclamé en cuanto respondí a la llamada, pero al otro lado del teléfono
no estaba ella.
- Demian, Ryo no puede ponerse. Creo que no
va a poder comunicarse contigo en bastante tiempo, eso depende de ti.
ujujuju ya sabía yo que la pobre Ryo saldría perdiendo, y no el sujetador de nuevo precisamente
ResponderEliminarVery gud :33
Realmente no está mal, necesita pulirlo un poco pero va por buen camino! :P
ResponderEliminarEstarás contento, que ya lo he leído (?) xD
ResponderEliminarUy, ¿y ese final? ¿DÓNDE ESTÁ RYO Y QUIÉN ES EL/LA QUE HA COGIDO EL TELÉFONO? ¿CÓMO QUE DEPENDE DE ÉL? Quiero respuestas :3
Great :)