20 de abril de 2013

Lo que quiero...


- ¡Jon! – oigo a mi espalda. Una sonrisa se dibuja en mi rostro y me giro para mirarla. Pone un mechón de su rojizo pelo tras su oreja con su mano de blanquecina piel. Sus verdes ojos vuelven a dejarme sin palabras y su olor, dulce, me embelesa en el momento en que me abraza y me da dos besos. Cierro los ojos y me imagino otra escena, un lugar en el que los dos estamos solos, un lugar donde no hay coches, edificios o gente alrededor. Árboles, pájaros que cantan y el resto… El resto es silencio. Me imagino acariciando su rostro, diciéndole lo que siento, apartando yo el mechón de pelo que le cae sobre el rostro y dejándolo tras su oreja.

Hace ya meses que la conozco, meses desde aquella primera vez en la que me vio en Facebook y me agregó pensando que podría tener un nuevo amigo. Pronto conectamos, desde entonces hemos hablado casi cada día, me ha contado todos sus problemas, le he ayudado a solucionarlos siempre que he podido. He estado enamorado de ella casi desde el principio de nuestra amistad, es una chica preciosa con una personalidad que no he encontrado en nadie más. Es cariñosa sin excesos, es comprensiva con sus compañeros y amistades y… huele muy bien.

Muchas veces me he imaginado confesándole mis sentimientos, diciéndole que la quiero y que me gustaría estar con ella, pero tengo miedo. Me aterra pensar que si le digo eso se esfume todo lo que tenemos, me aterra pensar que tal vez pueda asustarse al saber la verdad y que deje de hablarme.

Sé que es una estupidez pensar eso, si realmente me quiere como amigo lo debería entender y deberíamos seguir siendo amigos como lo hemos sido hasta ahora, nada debería cambiar entre nosotros si nuestra amistad es real, pero ese miedo sigue dentro de mí y no puedo evitarlo, es superior a mí. 

- ¿Te pasa algo, Jon? Te veo muy pensativo. – dice ella mirándome de reojo y me vuelve a sonreír. Llevamos ya un rato paseando por Bilbao y charlando de cosas sin sentido, bromeando. Relajados. Es un juego que siempre hacemos, no tenemos siempre charlas serias. Nos gusta decir tonterías, reírnos de cualquier cosa y mirarnos a los ojos. Bueno, eso es algo que me gusta hacer a mí, no sé si es recíproco.

Después de un rato paseando nos sentamos en uno de los bancos del paseo de la ría, la gente pasa alrededor sin mirar a ningún lado, cada uno parece vivir sin pensar en lo que tiene alrededor, parecen evadidos de la realidad, evadidos de lo que les rodea. Lanzo un sonoro suspiro, más audible de lo que hubiese esperado y ella se gira para mirarme.

- ¿Estás bien? – me quedo mirándola a los ojos, sus ojos que siempre me relajan y ahora me están poniendo más nervioso. Mis palabras quieren salir.

- ¿Sabes qué es lo que quiero? – pregunto yo como respuesta. Ella me mira expectante. – Quiero besarte.

2 comentarios:

  1. Hala, que bonitoooooooo. Me ha gustado el final, aunque nos deja con la cosa de qué dirá la chica, o quizá lo dejas ahí para que nosotros le demos el final que queramos, no sé xDD en cualquier caso, me ha gustado :33

    ¡Besos gigantes, María!

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  2. Quiero un final e.e

    Nah, en realidad me ha gustado mucho, la tensión del argumento se mantiene hasta el final sin aburrir y la última frase es muy contundente y te deja buen sabor de boca.
    Voy a ver si saco tiempo para leerme alguna de esas historias con partes (:

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