Bonnie miró por la ventana de su habitación una sola vez, no quiso
mirar más. Era de noche, más allá de medianoche, y tenía que salir
de casa. No era del agrado de la pelirroja salir a esas horas y estar sola por
las calles, pero era necesario si quería conseguir lo que necesitaba. Apenas había
tenido tiempo libre para charlar con la señora Flowers desde que descubrió que
ésta era bruja, pero una vez resuelto el asunto de los kitsune pudieron
relajarse un poco más. Tres veces a la semana Bonnie acudía a la Casa de Invitados
de la señora Flowers para que la anciana le ayude a controlar mejor sus poderes
para así ser capaz de utilizarlos con mayor capacidad y, en especial, para que no
pierda el control de sí misma cuando los utiliza en exceso.
En esta ocasión la señora Flowers había dicho a Bonnie que debía
acudir al bosque junto a Old Creek para recoger unas plantas a una hora
concreta de la noche. Debía ser a esa hora exacta por algo que Bonnie no
llegaba a comprender, aunque esperaba entender todo en el futuro. Había que
admitir que en este tiempo que llevaba entrenando con ella había mejorado de un
modo que antes ni hubiese creído que fuese posible, pero aún tenía miedo de
usarlos y eso se notaba en que sus manos temblaban cada vez que iba a realizar
algún ritual o hechizo.
Lanzó un pequeño suspiro y se dispuso a salir. Llevaba ropa cómoda,
pues tendría que andar mucho. Unos vaqueros y una blusa azul, que tapaba con
una chaqueta gruesa para que el frío no hiciese mella en ella. Se puso unas
botas de trekking en previsión de que el terreno del bosque estuviese húmedo,
ya que anteriormente ese día había estado lloviendo y no era probable que
hubiese dado tiempo a que la tierra se secase. Tras ello cogió unas tijeras de
poder que le había dado la señora Flowers, para cortar con más precisión las
plantas, una bolsa donde guardaría todo lo que recolectase y una linterna, ya
que el bosque estaría oscuro.
Enterró su rostro en el cuello de su chaqueta cuando pasó por el
umbral de su puerta. No parecía haber un alma por la calle y no estaba segura
de si eso la tranquilizaba o, por el contrario, hacía que estuviese más
nerviosa. Metió sus manos en los bolsillos y se encogió lo máximo posible, como
si intentase que su persona pasase desapercibida en el caso de que se cruzase
con alguien. El camino iba a ser largo, ya que había bastante distancia entre
el bosque y su casa, pero quería hacerlo en solitario, pues quería empezar a
perder ese miedo que siempre iba con ella, quería perder esa etiqueta que tenía
en el grupo, ya que sus amigas la trataban como si tuviesen que cuidar de ella
en todo momento, como si fuese a romperse con cada cosa que le ocurriese.
Llegó al bosque tras veinte minutos de camino. Las farolas de la
carretera no llegaban apenas dentro del bosque, por lo que encendió su linterna
y miró hacia el interior del bosque. Todo lo que veía ahí era oscuridad, no
parecía haber nada vivo, ni siquiera parecía haber viento. No se oía el ulular
de los búhos y lechuzas, ni siquiera se escuchaba el silbido típico del viento
contra los árboles. Todo estaba tranquilo y silencioso. Eso ponía nerviosa a
Bonnie.
“Vamos Bonnie, tranquila, ya no hay más malach… No va a pasar nada ahí
dentro”, pensaba para sí misma al tiempo que empezaba a caminar hacia el
interior del bosque. Como anteriormente había supuesto, el suelo estaba
embarrado por la lluvia que había estado cayendo durante toda la tarde.
Apuntaba al suelo con la linterna mientras caminaba con lentitud, pues el
estado del suelo no le daba mucha estabilidad y en varias ocasiones le frenaba.
La luz de la linterna se apagó de repente con un sonoro chasquido que
hizo que Bonnie se sobresaltase y lanzase un ahogado grito. Su respiración se
alteró e intentó tranquilizarse mientras intentaba que la linterna volviese a
encenderse con celeridad. Le daba vueltas y golpecitos para conseguir eso.
Un grito salió de su garganta cuando la luz volvió a encenderse, pues
apuntaba directamente al rostro de un chico que había frente a ella. Melena
negra, ojos negros. Sus ojos se abrieron por la sorpresa, conocía a ese chico,
pero… No era posible, no podía ser que estuviese delante de ella.
- Da… ¿Damon? – preguntó con nerviosismo y sorpresa mirándolo a los ojos.
El chico tenía buen aspecto, como había tenido en sus mejores tiempos, era
obvio que había estado alimentándose bien. – Tú… Tú habías muerto… - su cabeza
daba vueltas, en su interior se formaba una espiral de sentimientos. Quería
pegarle por no decir antes qué había sido de él. Quería abrazarle porque le
había echado de menos. Quería preguntarle qué había pasado, Elena le había
dicho que había caído… Sin embargo seguía ahí, con la linterna apuntando al
rostro del chico y quieta, con la sorpresa dibujada en su rostro, aunque se
notaba que de un momento a otro podría empezar a llorar.
- ¿No te he dicho siempre que hace falta mucho para acabar conmigo, pajarito de cresta roja? –
una sonrisa de suficiencia estaba dibujada en el rostro de Damon. Sus ojos se
levantaron y contactaron con la mirada de Bonnie. Los dos se miraron en
silencio, pues no hacía falta decir nada. Siempre había habido una conexión
especial entre ambos, aunque todo apuntase a que Damon estaba enamorado de
Elena. La mano de Damon se movió hasta la de la chica, la que sujetaba la
linterna. Un segundo de contacto fue lo único que necesitaron para notar esa
chispa que surgía entre ellos cada vez que estaban juntos y a solas. La luz de
la linterna iluminaba lo justo para que ambos pudiesen verse el rostro.
Inmaculado el de Damon, cansado y emocionado el de Bonnie.
- Damon… ¿dónde has estado? – preguntó ella recortando un poco la
distancia que les separaba. La mano de Damon no se había movido de la de ella. La
fría piel del vampiro en contacto con la cálida piel de la bruja. Los brazos de
ella temblaban, mientras él se mantenía imperturbable, mas fue él el que
recortó por completo la distancia haciendo que ambos se fundiesen en un sincero
abrazo, un abrazo que llevaban años esperando y nunca se habían atrevido a
realizar. Pero ahora estaban ellos solos, el bosque para ellos y sus miradas
contactaban, ambos rostros a apenas unos centímetros de distancia, una
distancia que se hacía más corta a cada latido del corazón de Bonnie. Ya apenas
había distancia entre ellos…
UUUUUUUUUUUUUH Lo veo super raro porque nunca he leído nada de Damon y Bonnie, pero mooooooola :3
ResponderEliminarNo he me leído los libros, pero sabía que Bonnie tenía el pelo pelirrojo, pero eso que Damon tenga los ojos negros no lo recordaba xDDD
Y y y y Dios, yo soy Bonnie y es que salgo corriendo de allí, que miedo joder. Y encima se le apaga la linterna frgdfhdshdfgf
fgfdshdhh pero luego... jiji Tiene pinta de haber segunda parte. PORQUE TIENE QUE HABER UNA ¿VERDAD? SE TIENEN QUE BESAR COÑO (?)
Besos gigantes, María :3
a ver.... deberías saber ya, que Damon es mío .-. muy mal ehh muy mal ¬¬"
ResponderEliminarahora en serio, como dijo tu anónimo arriba (María), se hace raro ver a Bonnie y Damon, nunca creí que pegarían por el simple hecho de que creo que Bonnie nunca podría con el carácter de Damon, pero asdfghhjfgjkhfkjh me grushta lo que has hecho, esta *-*
m'agrada molt *-* espero que escriguis algo més de TVD, hu fas molt bé :3
un pató molt graan Yeraycitu!
Deberías poner arriba que hay spoilers grandes, que si alguien que no deba lee esto se jode todo y no creo que le haga mucha gracia xDDD (pobre de mí y mi afán por descubrir cosas que no debo).
ResponderEliminarMe ha gustado bastante, aunque como hace mucho que leí el libro seis prácticamente no me acuerdo de nada... Y ahora leer el siete como que me es un pelín difícil xDDD ¡Y una cosa de la que me he dado cuenta! Al poner en el título lo de Bonnie y Damon la aparición de él no sorprende como debería hacerlo, te lo digo por si escribes otra cosa así, que no te estropees lo que tú mismo has escrito :)